Estar con él era como tocar el cielo con las manos, recuerdo desde el primer momento en el que lo vi, él llegaba a la fiesta con su sonrisa tan peculiar que siempre lo ha identificado. Él era la única persona que me ponía más nerviosa que nunca, invadía mis pensamientos de una manera increíble. Cada vez que lo iba a ver sentía ese "hormigueo" en mi estómago y cuando llegaba era el momento más lindo, verlo a él y ver su perfecta sonrisa, automáticamente me hacia sonreír y me ponía más roja que nunca. Tan solo bastada que alguien diga su nombre y mi sonrisa salía.
Todo era como un cuento de hadas del cual no quería despertar, pero sabía que tarde o temprano lo tendría que hacer. Sin embargo, jamás se lo dije, sí jamás, por la misma razón de siempre mi orgullo me lo impedía y por el miedo que invadía mi mente al pensar que si arriesgaba podía pasar el dolor más profundo por un buen tiempo. Él lo intento dos veces, sí dos y yo como casi siempre suelo ser me hacia la que no me importaba hasta que no sé en verdad que sucedió y todo dio un giro de 360º.
Sin embargo, ahora me doy cuenta que tal vez fue que todo esto estaba escrito, de repente todo pasó con algún sentido. Aunque me costó mucho darme cuenta sé que esta vez será diferente, ya no más, fueron dos largos capítulos en el que él era el protagonista.
Sé que jamás borraré todos los recuerdos porque los pinté con indeleble en el libro de mi vida, una página que más fue una herida y lo traté de olvidar, pero nunca la podré borrar por eso la voy a arrancar. El tiempo pasa rápido y cuando menos me de cuenta ya habré olvidado todo lo que ha pasado y entonces, podremos retomar la amistad que algún día tuvimos.
Y sí, el corazón tiene que ser feliz al querer, si un amor apaga tu sonrisa eso ya no es un bien para uno.
El capítulo llegó a su fin para siempre.
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